Jóhanna Sigurdardóttir ostenta,, desde febrero de 2009, el cargo de Primera Ministra de Islandia. Perteneciente al partido político Alianza Socialdemócrata, llegó al poder tras una clara victoria en unas elecciones acontecidas después de la dimisión en bloque del anterior gobierno islandés, incapaz de poder reconducir la profunda crisis económica que azotaba al país.
Nacida en 1942 en Reykjavik, su carrera como política ha sido dilatada en el tiempo, puesto que ha formado parte del Parlamento de Islandia desde 1978 de forma ininterrumpida. Además, fue ministra de Asuntos Sociales en dos ocasiones (1987-1994 y 2007-2009). Se trata, por tanto, de una persona constante en su trabajo.
La traemos a este blog no sólo por ser mujer, lo cual ya es importante si tenemos en cuenta las pocas mujeres que lamentablemente copan los altos cargos a nivel económico y político en el mundo. La traemos aquí, también, por ser un referente en la comunidad homosexual. Por ser la primera lesbiana reconocida en ocupar un cargo de esta magnitud. La traemos, también, por haber aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo en su país. Y por haber sido la primera en casarse, predicando con el ejemplo, ayudando a la normalización de las relaciones homosexuales. Sin esconderse. Con la cabeza bien alta. Y por último, la tremos también aquí por haber sabido dirigir con inteligencia y valentía los designios de un país que se encontraba al borde del abismo, y ahora camina firme alejándose de esa crisis que tantos quebraderos de cabeza nos está dando. Islandia es hoy un ejemplo en el mundo. Ha salido de la crisis antes que ningún otro país del mundo desarrollado. Y lo ha hecho sentando en el banquillo a sus responsables, entre los que no faltan personalidades del mundo político y financiero.
Hoy, Islandia es algo mejor que ayer. Y Johanna Sigurdardottir tiene parte de culpa.
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